La primera parte de su cuerpo que se desprendió fue el pulgar de su mano izquierda. El desprendimiento fue sin sangre, sin dolor, simplemente se cayó su dedo. Se sintió alarmado, pero luego se consoló pensando en que prácticamente no usaba esa mano, y prosiguió con su labor. Mientras estaba en ello, notó que unos hilos transparentes, que solo podían distinguirse por el contraste de la luz, comenzaban a rodear el lugar en el que estaba. Tal vez si no se hubiera caído su dedo y no estuviera tan urgido por terminar su trabajo, ello lo hubiera inquietado más. De pronto notó que se desprendido su dedo índice de la mano izquierda, y luego el medio, y así hasta quedar sin los dedos de su mano. Ahora se sintió menos alarmado, e incluso aligerado de carga, con más fuerza disponible para dedicarse a lo suyo. Luego notó que se cayó la palma de su mano, luego su antebrazo, luego su brazo entero. En ese punto ya se sentía preocupado, pero la tarea era urgente, y no podía esperar. Notó entonces que los hilos estaban definitivamente llenando el espacio en el que se encontraba, y que de hecho rodeaban su cuerpo. Se detuvo a contemplarlos un momento, unos segundos. Entonces notó que los hilos se acumulaban y se movían lentos y amenazantes sobre él. De pronto, en un movimiento rápido, uno de ellos se aproximó a su cuerpo e hizo que se desprendiera su mano derecha. Sabía que estaba acabado, y de alguna manera saber eso lo calmó, lo dispuso en calma para lo que vendría. Así fue como contempló cómo los hilos desmembraban parte por parte su cuerpo, partiendo por sus extremidades, seccionando su tronco, hasta terminar por separar de él su cabeza. Miraba desde el piso su cuerpo desmantelado, que seguía dando señales de vida. Entonces vio que los hilos comenzaron a introducirse en cada uno de los miembros de su cuerpo, y comenzaron a unirse los hilos entre sí, hasta que todos sus miembros, incluyendo su cabeza, fueron reconstruidos en su formación inicial. Si bien estaba de nuevo entero y de pie, no tenía capacidad de mover su cuerpo, que se mantenía en tal posición por estar sostenido por los hilos. Entonces su cabeza hizo un movimiento de giro completo en la dirección contraria, y pudo ver en el rincón a una araña gigante que se movía por los hilos hacia él. Cuando la tuvo encima, tuvo la certeza de que sería devorado. Y a pesar de que la araña puso sus fauces sobre su cabeza, lo que sintió fue la introducción, a través de sus colmillos, de una sustancia que se introdujo por sus oídos. Luego de ello, la araña se apresuró en volver al rincón y desaparecer, junto con los hilos que habían llenado el lugar. Él siguió en el lugar, parado como lo habían dejado, pero sin capacidad de poder mover su cuerpo. Entonces sintió que el líquido que le había introducido la araña llegó a un lugar de su pecho, que hizo que en el acto su cuerpo volviera a moverse y proseguir su labor anterior. Y si bien él no tenía capacidad alguna de disponer su cuerpo, notó que su cuerpo operaba aún más eficiente que antes. Sintió que algo se desprendió dentro de él, y ese desprendimiento lo hizo sentirse lleno de terror y de una sensación de amor y calma inefable.