Si pudiera retroceder en el tiempo, si pudiera volver al lugar en el que todo acabó, iría a esa casa oscura y me sacaría de ahí, antes de que la criatura de tres cabezas me envolviera en su danza macabra y me devorara, alojándome en su estómago que me corroe la piel y la carne con sus ácidos, carcomiendo mi cuerpo hasta la agonía, de la que cada noche la criatura me salva y me condena alimentándome con mis propios restos digeridos y desechados y vueltos a devorar.